The world before mobile phones and whatsapp/ El mundo antes de los móviles y whatsapp

Do you remember how we used to contact each other to hang out when we were young? We didn’t have mobile phones, let alone WhatsApp, so we would create a chain: you had to call one friend, and that friend had to call another one, and so on. Moreover, we used to ring the bell of our friends’ houses to invite them out. Nowadays, it seems impossible to arrange a meeting without mobile phones, doesn’t it? Do you consider that we might be too addicted to them?

If you think about it, it was a blessing that we didn’t have WhatsApp twenty years ago; otherwise, in my case, my breakup with my first serious boyfriend would have been much, much worse than the nightmare it was. Indeed, when we were teenagers, we would text each other by SMS and chat on Facebook Messenger for a while after school, particularly from 6 PM onwards, since connecting to the internet before that time was utterly expensive. Having said that, we have to admit that what we take for granted these days (mobile internet) has marvelous advantages; however, we have to be very careful with it.

The overuse of the internet raises the question of whether we are creating a generation that is not capable of dealing with frustration. The problem is that teens, tweens, and young adults in their early twenties aren’t able to be patient. In particular, whenever I ask them to do an exercise, if they don’t have the answer within twenty seconds, they get upset. "I don’t know, I can’t do it." I usually tell them that they need to give themselves more time since they are not robots. Nevertheless, for them, it’s really difficult to spend five minutes thinking on their own, and that’s quite concerning.

To make things worse, some parents aren’t helping. Some of them put too much pressure on their children and require them to answer WhatsApps straight away, even if they are in class. What’s going on? Are we aware that these kids in the future are going to suffer from depression at work if they go on like this and that they are going to be somewhat toxic boyfriends and girlfriends? Why on earth are we bringing them up like that? If we continue in this way, what is going to happen in twenty years? Something has to change, and maybe that change has to begin with us. Maybe we should take life a little bit easier, don’t you agree? What are your thoughts? I am sure that, deep down, there is hope for everyone.

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¿Recuerdas cómo solíamos quedar cuando éramos adolescentes? No teníamos teléfonos móviles, y mucho menos WhatsApp, así que creábamos una cadena: tenías que llamar a un amigo, y ese amigo tenía que llamar a otro, y así sucesivamente. Además, solíamos tocar el timbre de sus casas para que saliesen. Hoy en día, parece imposible organizar una quedada sin móviles, ¿verdad? ¿Consideras que podríamos estar demasiado enganchados a ellos?

Si lo piensas, fue una suerte que no tuviéramos WhatsApp hace veinte años, de lo contrario, en mi caso, mi ruptura con mi primer novio serio habría sido mucho, mucho peor de lo que ya fue. De hecho, cuando éramos adolescentes, nos enviábamos mensajes por SMS y hablábamos por Facebook Messenger durante un rato después del colegio, sobre todo a partir de las 18:00, ya que conectarse a internet antes de esa hora era carísimo. Dicho esto, tenemos que admitir que lo que hoy en día damos por sentado (internet en el móvil) tiene ventajas maravillosas, sin embargo, debemos tener cuidado. 

El uso excesivo de internet plantea la cuestión de si estamos creando una generación que no puede lidiar con la frustración. El problema es que los adolescentes y jóvenes de poco más de veinte años no son capaces de tener paciencia. En particular, cuando les pido que hagan un ejercicio, si no tienen la respuesta en veinte segundos, se frustran. "No lo sé, no puedo hacerlo". Normalmente les digo que deben darse más tiempo, ya que no son robots. No obstante, para ellos es realmente difícil pasar cinco minutos pensando por sí mismos, y eso es bastante preocupante.

Para empeorar las cosas, algunos padres no están ayudando. Algunos de ellos ejercen demasiada presión sobre sus hijos y les exigen que respondan a los WhatsApps de inmediato, incluso si están en clase. ¿Qué está pasando? ¿Somos conscientes de que estos chicos en el futuro van a sufrir depresión en el trabajo si continúan así y de que van a ser parejas tóxicas? ¿Por qué los estamos criando de esta manera? Si seguimos por este camino, ¿qué va a pasar en veinte años? Algo tiene que cambiar, y tal vez ese cambio tenga que empezar por nosotros. Quizás deberíamos tomarnos la vida con un poco más de calma, ¿no crees? ¿Qué opinas? Estoy segura de que, en el fondo, hay esperanza para todos.