viernes, 29 de mayo de 2020

Cómo todo puede cambiar en una semana

A finales de Enero parecía tan lejano y ajeno a todos. Se hablaba de una pandémia en China pero nadie se imaginaba que fuese a llegar tan lejos. Sin embargo, el mundo entero estaba equivocado y todo se fue al garete en tan solo siete días. Una lección sobre cómo las cosas pueden cambiar tan drásticamente de un día para otro. 

Nosotros hemos sido de los pocos que hemos podido viajar en este raro 2020. Recuerdo que cuando estaba en el aeropuerto de Heathrow esperando a que mi vuelo a Santiago de Chile con escala en Madrid saliese, había grupillos de asiáticos llevando mascarillas. Incluso alguna persona suelta en el avión la llevaba. Pero en aquel momento nadie era consciente de lo que iba a suceder en dos meses. 

Volví a Londres y mentalmente me empecé a preparar para Marzo, ya que supuestamente iba a tener el mes lleno de grupos. Si se conseguía dejar todo preparado para entonces, y si se lograba proveer un servicio bueno a cada uno de ellos, sería un mes tranquilo, si no, la cantidad de trabajo y problemas que pudiese llegar a tener podría ser abrumador. 

Pero, de repente, nuestro amigo el coronavirus se empezó a extender. Italia e Israel empezaron a ser las siguientes víctimas, así como otros países. Los vuelos procedentes de esos estados empezaron a ser cancelados y el miedo iba haciéndose presente entre los ciudadanos. En mi caso, como coordinadora de grupos, muchos delegados comunicaban a las agencias o empresas organizadoras que no querían venir a Londres. Además, los eventos comenzaron a ser cancelados o pospuestos. Me quedé sin grupos. En cuanto a mis compañeros de reservas individuales, el mundo se les vino abajo con la cantidad de cancelaciones y devoluciones que tenían que hacer. No daban a basto. 

Consecuentemente sufrimos una enorme crisis. Las caras de tristeza y preocupación entre los jefes se palpaban. Reuniones interminables cada día. En la oficina solo se respiraba tensión y miedo. Un día, cerca de una semana antes de que el confinamiento llegase a España, la empresa nos comunicó que en los últimos tres días habíamos perdido billones de libras y que el pronóstico para el próximo mes o dos meses era peor. Por ello mismo empezó a haber despidos. 

Primero se deshicieron de aquellos que acaban de empezar a trabajar en la empresa o que estaban de prueba, ya que sus despidos son más baratos. Tras ello vino la suspensión temporal para muchos de nosotros, y la reducción de jornada laboral para los pocos que quedaban. Y así, de la noche a la mañana, cada uno de nosotros fue llamado para recibir de forma privada esta noticia. De esta forma casi todos los empleados comenzamos a empaquetar nuestras cosas e irnos. Es la primera vez que he vivido una crisis dentro de una empresa. La anterior me pilló en la universidad. Finalmente los hoteles se cerraron a la semana siguiente. 

Ahora mismo nadie sabe qué pasará. Los hoteles volverán a abrir pero no se sabe cómo. Supongo que con un mínimo equipo de trabajadores que se irá incrementado con el tiempo, conforme todo vuelva poco a poco a la nueva normalidad, aunque no está muy claro si va a haber trabajo para todos. Solo nos queda tener paciencia y ver qué sucede, sobre todo con la posibilidad de rebrotes por culpa de la pronta apertura de los países y la irresponsabilidad de muchos ciudadanos que se piensan que el virus se ha esfumado y no guardan las medidas sanitarias convenientes. Lo ideal sería aprender de los errores cometidos en este primer semestre del 2020, pero la población no es tan inteligente y la economía va primero. ¿Qué sucederá? Nadie lo sabe. Habrá que esperar. 




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