Unos cinco años sin pasar por Pamplona, pero en Bilbao lo recompensó con la presentación de su nuevo disco Huyendo Conmigo de MÍ. Era una cita especial, pues Barakaldo es la ciudad natal de Fito y la gente tenía muchas ganas de Fitoterapia. El pabellón se llenó de gente de todas las edades, porque Fito lleva desde 1998 dando guerra en solitario con sus Fitipaldis y el concierto fue un espectáculo digno de recordar. El inicio lo marcó una pantalla en la que unas imágenes nos trasladaron a un cementerio donde Fito y Fitipaldis resucitaban.
El grupo empezó con mucha energía. Se notaba que la banda quería demostrar a Bilbao que siguen amando el rock and roll a pesar de que muchas voces digan lo contrario. Las imágenes de la pantalla del fondo del escenario acompañaban las canciones haciendo que su directo, si ya de por si suele ser brutal, fuese aún más especial. Fito hizo un repaso de todos los discos que ha sacado en solitario, tratando de no olvidarse de los temas más míticos y queridos por los fans más veteranos. Aunque claro está, no llegó a cantar ni la mitad de las clásicas canciones que a uno le gustaría que se tocasen. Es una pena pero los años pasan, y si cada vez saca más discos hay que hacerse a la idea. No hay tiempo para todo.
Uno de los momentazos del concierto fue cuando tocaron Corazón Oxidado, uno de las primeros sencillos, en una versión muy rockera y larga, en la que tanto el guitarrista Carlos Raya como el propio Fito se dejaron el alma tocando la guitarra eléctrica. Y es que a Fito le entró la vena Platero y Tú e hizo solos de guitarra muy buenos. Asimismo, el saxofón de Javier Alzola también sonó como nunca y hasta hicieron entre él y Raya un genial duelo de instrumentos. Pero desde luego que así como Fito se dejó la piel, el alma y transmitió como nadie, Carlos Raya lo dio todo con la guitarra.
Otro momentazo estelar llegó cuando Fito tocó Alucinante, uno de los clásicos de Platero, en acústico. Fue tan emocionante que se le escaparon las lágrimas. Y así pasó una noche mágica donde el nuevo disco de los Fitipaldis pudo oírse con impresionante energía y en la que no faltó Soldadito Marinero o Hasta Perder el Control. Una noche de diez que supo a poco pero que dejó a todos sin palabras.
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