lunes, 20 de agosto de 2012

Pussy Riot y la libertad de expresión

Durante los estos últimos días Rusia esta viviendo una gran crisis de imagen como país. La pena de dos años de prisión para tres miembros del grupo punk Pussy Riot hace que Putin parezca un dictador-se lo está ganando a la fuerza la verdad- que castiga a la población que dice cosas que no le gustan, atentando contra la libertad de expresión. Por no hablar de la prohibición de la marcha del orgullo gay para los próximos cien años... impresionante.

 La libertad de expresión es un derecho constitucional, eso está muy claro, y cada cual tiene derecho a opinar sobre un grupo político o sobre un estado entero. Pero también es verdad que la libertad de expresión no debe limitar otras libertades y derechos. Ante lo cual yo me pregunto, ¿irrumpir en una iglesia debería ser considerado limitar el derecho y la libertad de culto a los creyentes que estaban allí?, ¿debería ser considerado como una falta de respeto hacia dichos religiosos? En cualquier caso, si el acto anti Putin debiera ser castigado de alguna forma, la pena de cárcel es obviamente excesiva, y de tres años ya ni te cuento. Eso es de sentido común, algo que les falla a algunos ortodoxos como aquel que salio en medios como Antena 3 opinando que a las tres chicas "les deberían quemar en la hoguera", en fin...

El tema de la libertad de expresión es algo que forma parte de mi rutina, pues es algo primordial en el Periodismo. Según la teoría, la libertad de expresión y el derecho informativo, que van de la mano, no son ilimitados, es decir, que hay que tener en cuenta los derechos de imagen, intimidad etc. de las personas e instituciones sobre las que escribes, cubres u opinas. Hay muchas veces que esos derechos hay que dejarlos a un lado porque el interés informativo de la noticia lo requiere, pero para ser sinceros, también hay ocasiones en las que se confunde la interpretación de una noticia con meros prejuicios e imparcialidad absoluta.

Además, a pie de calle, sobre en todo en País Vasco, Navarra y Cataluña, el lema de yo tengo libertad de expresión pero tú no porque a mí me da la gana se lleva mucho. Para un independentista, si uno lleva la bandera o la camiseta de España, eso es una provocación e incluso le invitará a que se la guarde en su casita, pero en cambio si es a él a quién le dicen que no toque las narices (vamos a ser finas) y que se vaya por donde ha venido, éste le recordará a su madre y se preguntará que dónde está la libertad de expresión. Y al revés pasa muchas veces exactamente lo mismo.

Con ello me gustaría que todos reflexionásemos sobre la verdadera libertad de expresión y que no solo defendamos la nuestra-que está muy bien hacerlo-, sino que también respetemos la de los demás, siempre y cuando no dañe las libertades y los derechos ajenos.

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