sábado, 30 de junio de 2012

El atentado contra la Universidad de Navarra en 2008

Fue el jueves 30 de octubre de 2008. Yo estaba en casa estudiando para un parcial que tenía esa misma tarde. De repente oí un estruendo, pero no me preocupé porque el cielo estaba gris y di por hecho que se trataba de un trueno. Pero al poco mi madre me llamó:

-¿Qué ha sido eso?
-Un trueno, me imagino-respondí
-No, eso no ha sido un trueno, ha temblado Iturrama entera (el barrio donde se ubica la Universidad de Navarra)

Encendí la radio y mis temidas sospechas se hacían realidad. Un atentado con coche bomba en la universidad, MI universidad (el sexto desde 1979). Un miedo atroz me invadió. Aún no se sabía qué había sucedido exactamente ni si había heridos. Al parecer salía una gran columna de humo negro del parking que hay entre el Edificio Central y el edificio de la biblioteca antigüa. Precisamente un lugar de paso por el que cientos de estudiantes transitan a cualquier hora.

Tenía muchos amigos y conocidos que tenían prácticas, asignaturas o exámenes de libre elección y optativas y que estaban en esos momentos en la universidad. Además de los profesores claro está. Así que lo primero que hice fue coger el teléfono y tratar de ponerme en contacto con mis compañeros para cerciorarme de que estaban bien. Pero las líneas estaban colpasadas. Todo el mundo estaba intentando contactar con alumnos, docentes y demás trabajadores. Un caos. Ese día recibí más llamadas que el día de mi cumpleaños. Todos estábamos preocupados. La impotencia y la incertidumbre lograron hacerme llorar.

Decidí poner la tele para ver si salía alguna imagen y para saber si había habido heridos. Y allí estaba mi facultad, la de Comunicación, la de Ciencias Sociales ¡Yo no daba crédito! La bomba había tenido lugar muy cerca de ese edificio al que llamamos el bunker, pero por si fuera poco, mi facultad estaba siendo evacuada por otro aviso de bomba, al igual que la Facultad de Ciencias (más conocida como el hexágono) y la Clínica Universitaria. ¡Un caos! Fue uno de los momentos más tensos de mi vida.

Al final, por fortuna, no hubo más bombas, ni fallecidos, ni ningún herido grave, solamente coches destrozados. Pero no murió nadie de casualidad, ya que lo normal es que haya cientos de estudiantes yendo por ese camino.

La universidad, como es lógico, fue cerrada hasta el día siguiente, jornada en la que los compañeros de mi clase que se habían visto afectados por la bomba (por tener clases en el Central), fueron invitados a compartir sus experiencias para desahogarse. Algunos de ellos, los que daban clase en un aula muy cercana al coche que explotó, nos contaron que salieron volando (literalmente), pero que por suerte sólo tenían heridas.

Todo acabó en un desagradable susto y numerosos daños materiales, pero que quedó grabado en las cabezas de estudiantes y profesores de la UN para siempre. Un recuerdo que el pasado martes volvio a emerger por la detención, según, Diario de Noticias, Diario de Navarra, EFE y Europa Press, Ugaitz Errazquín Tellería, uno de los etarras que participó en ese atentado de 2008. El mismo que mató al exconcejal socialista Isaías Carrasco en marzo de ese mismo año en mi querido Mondragón (Guipúzcoa), y al empresario Ignacio Uría nueve meses más tarde, en diciembre, en Azpeitia (Guipúzcoa). Ojalá se pudra en la cárcel por todo el año que ha hecho.

Quiero recalcar que la UN, más allá de ideologías y de centros de poder, es al fin y al cabo una universidad y un centro de trabajo. Nada más.

Os dejo unos vídeos para recordar los momentos de tensión de aquel día. Varios de mis ya exprofesores y compañeros salen en él.

http://www.youtube.com/watch?v=UZfzymTMYzw&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=BWdu8O0Avtg





1 comentario:

  1. ¡Ya ha pasado tiempo desde entonces! Yo recuerdo haber pasado cinco minutos antes por esa esquina donde tuvo lugar el atentado, para poder llegar al búnker donde tenía prácticas. Gracias a la calma que tuvo el profesor en esos momentos pudimos salir todos correctamente, antes de que nos evacuaran porque había una amenaza de bomba en nuestro edificio (uno de los blancos). Por suerte no fue nada. Pero aún recuerdo el caos perfectamente y cómo llamaba todo el mundo para saber qué había pasado, como también recuerdo que las imágenes que vi por la tele, eran mucho más llamativas que lo que yo había vivido. Por suerte, solo fue un susto y un mal rato.

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